Paso 1 Retira el esmalte sobrante con un algodón empapado en quita esmalte. Lávate bien las manos y retira los restos del esmalte antiguo. Utiliza un algodón empapado en quita esmaltes presionándolo suavemente sobre la uña durante unos 15 segundos para disolverlo. Retíralo con movimientos hacia arriba o adelante, pero no hacia los lados, pues arrastrarías el color y te ensuciarías los dedos. Paso 2 Remoja las manos con agua tibia y jabón para ablandar y limpiar, y luego sécalas bien. Sumerge los dedos en un cuenco con agua tibia y jabonosa un par de minutos. No hay que dejarlas más porque la uña, al ser porosa, puede absorber demasiada agua y quedar reblandecida. Después sécalas con cuidado y aplica una crema específica o aceite dándote un masaje especialmente por la zona de la cutícula para hidratarlas, con las yemas de los dedos. Paso 3 Usa un palito para empujar la cutícula hacia atrás.

No la cortes, pues cuando están rotas o heridas son la entrada perfecta para las infecciones. Además, su función es la de proteger el borde de la carne con la uña, y si se hieren se genera una capa más gruesa. Retira las cutículas con suavidad con la ayuda de un palito de naranja o una espátula de manicura empujándolas muy suavemente hacia el borde.

Hidratar las uñas. Aplícate un aceite o crema específica revitalizadora masajeando las uñas y las manos para hidratarlas y regenerarlas, y espera un par de minutos a que se absorba. Retira con un pañuelo de papel el exceso de grasa de las uñas antes de aplicar el esmalte Paso 4 Pule un poquito y suaviza la superficie de las uñas con una lima de cristal o un pulidor.

Si no quieres usar ningún esmalte puedes utilizar un pulidor suave que les otorgue un brillo natural y obtener un aspecto lo más parecido a la manicura francesa (rosada encima de la carne y blanca la externa).

Paso 5 Límarlas con cuidado para darles forma e igualarlas, siempre de dentro hacia fuera. Paso 6 Aplica una capa de base clara o transparente y deja secar. Empieza a pintarlas cuando estén completamente secas con una pincelada por el centro. Luego por ambos lados con cuidado de no tocar el extremo de la piel por ningún lado para no manchar los bordes y dejar que la uña respire. No extiendas la segunda capa hasta que no esté completamente seca la primera. Los esmaltes no duran generalmente más allá de una semana si son convencionales (no semi permanentes) por lo que tendrás que retirarlo en cuanto empiecen a descascarillarse y repetir este tratamiento cada vez que te lo vuelvas a aplicar.